November, 28
2016
Fidel ha muerto, no hay música en La Habana.
Harry Fisch
Son las 7 de la mañana en La Habana. Ayer llegué de Santa Clara tras seis horas de autobús. En España es la una de la tarde. Llamo a Rafa, me hace una leve referencia al momento histórico. ¿Cual, le digo? Fidel ha muerto responde. Cuelgo emocionado.
Salgo del cuarto a buscar al dueño de la casa en la que me estoy alojado. “Fidel ha muerto…”, le digo. Me mira estupefacto mientras termino la frase: “…me lo acaban de decir por el teléfono.” Silencio. Un intercambio de palabras de trámite, como si el muerto fuera un familiar lejano.
Salgo a la calle. Paro un “almendrón” y me acomodo en la parte de atrás empujando suavemente a la pasajera del centro quién tiene que hacer lo propio con el del extremo opuesto. En el asiento delantero, el conductor y dos enormes morenos hablan de banalidades: el celular y la pastilla de jabón que le ha traído el hermano de Miami, lo que uno se ahorra con esas cosas…Se ríen sonoramente.
Mi vecina sonríe al escuchar las risas de los pasajeros de la parte delantera, cruza una mirada conmigo. Sonrío también. La música dentro del coche, casi no deja llegar las voces. Me atrevo a lanzar la conversación: Le acompaño en el sentimiento -digo- un gran hombre.
Silencio. Una sonrisa. Ni una palabra.
Me deja el taxi en el Parque Central, me acerco andando al taller de los zapateros. “¿Todo bien ?” me pregunta Josué, “Dímelo tú”, le contesto. Se pone serio. “Me enteré al salir de casa” dice. “Es cosa seria, el hombre vivió una buena vida y larga. Noventa años son muchos años. Parece que van a llevar sus restos a la plaza de la Revolución.”
Poca charla, pienso, para tan gran acontecimiento. No se habla demasiado. ¿Os dais cuenta de que nadie dice gran cosa? -les digo- nadie habla.
– Sí, es raro, me contesta Luis. No parece extrañado.
Vuelvo a la calle. Llevo más de dos horas andando. No quiero perderme nada de este día.
Entro en un mercado de barrio, mínimo. Me llama la atención la pintada revolucionaría. “Con el socialismo hasta la muerte”. Me adentro y, mientras hago la foto al cartel uno se acerca.
– Bonito cartel le digo adelantándome a la pregunta.
Me pide una ayuda, algo que le sirva. Un cuc, o medio. Le doy uno.
– De donde eres?
– Español
– Y qué se dice allí de lo que ha pasado aquí? ( es la primera vez que alguien me pregunta por el evento)
– Poca cosa. Allí se sabe poco.
– Creían que la gente se iba a echar a la calle, que los cubanos nos íbamos a levantar. Se equivocaron.
Le interrumpo
– Aquí no pasará nada -digo- todo esta atado y bien atado
– Lo único es la música, responde. Es por la ética, al que ponga música se le sanciona. Normal, es cosa de ética, repite.
– Normal…
Sigo andando y llego al Floridita. Me asomo. Sin música. Increíble.
Llego al Rosalia de Castro. Subo. No están los músicos. La Habana sin música es extraña. Me acerco a la calle 23 y la recorro en gran parte partiendo del Habana Libre. En toda la mañana solo he visto cuatro banderas nacionales colgadas. Parece que las ceremonias empiezan mañana.
Una televisión. Me meto en el bar, no estaba hace 5 meses. Soy el único cliente. Es uno de los que se vienen abriendo al calor del incremento del turismo. Pido una Coca Cola. No tenemos –dice la camarera- pero tenemos “Tucola” nacional. Pues una Tucola.
La televisión en el bar habla del compañero FIDEL. una serie de reportajes a diferentes personalidades cubanas, Esubio Leal , una periodista. Todos coinciden en la importancia histórica del compañero muerto.
Me meto en el hotel Parque Central, subo a la planta intermedia, allá donde está el televisor, pido una tónica, me advierten que la que tienen cuesta 5 euros. Me quedo con la tónica y el televisor. Afirma el entrevistado: “El compañero Fidel fue un precursor en todas las ciencias. “.
Luego llega el turno de un joven historiador, miembro de una Dirección General de algo, afirma: “El compañero Fidel siempre fue joven”
Finalmente La “conductora” -presentadora la llamamos en España- entrevista a una relevante periodista: “Yo siempre supe -dice esta- que el compañero Fidel cuidaba de mi, de mis hijos y de todas los de las generaciones futuras, siempre se preocupaba de los desfavorecidos de Cuba y del mundo.”
Lo más parecido a un sentimiento religioso, pienso.
Miro a mi alrededor, nadie más me acompaña en los sofás frente al televisor. Abajo, el bullicio de los turistas.
Fidel ha muerto, no hay música en La Habana.